Bueno, pues aquí estoy, vengo con la última receta del año y me voy de vacaciones "blogueras" unas semanas. Voy a descansar un poco y a hacer mi habitual lista de propósitos del año.
Además, hoy vengo con un propósito nuevo para el año que entra, ¡a ver que os parece! He visto una idea por la red que me ha encantado y lo voy a poner en práctica este año. Os cuento. Cada vez que os pase algo bueno durante el 2016, hay que anotarlo en un papel y meter ese papel en un bote de cristal. Ese bote de cristal tiene que ser grande y tiene que llevar una etiqueta de "Grandes Momentos 2016". Vale cualquier momento especial, cualquier día feliz de vuestras vidas, cualquier comentario que os produzca felicidad y alegría, cualquier cosa que deseéis recordar. Se anota en un papel chiquitito, con fecha y situación que habéis vivido. Así, el 31 de Diciembre del 2016 abriremos el bote y recordaremos todos esos momentos maravillas del año. ¿Por qué? pues porque tenemos costumbre de recordar sólo lo malo, eso fuera. Vamos a dejar espacio sólo para lo bueno. Lo podéis hacer en familia. A mi hijo le ha entusiasmado la idea. Y para inaugurar el bote, hemos decidido empezar hoy con un Deseo de Paz Mundial, que falta nos hace. A partir del 1 a depositar buenos, grandes y felices momentos del año... ¿Que os parece?
Y ahora vamos al lío, hoy traigo un pastel navideño muy, muy fácil de hacer y que está delicioso. También lo podéis hacer después de Navidad, para aprovechar esos restos de turrón que quedan en la despensa y que ya no apetecen a nadie. Es un pastel muy jugoso con un sabor delicioso.